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Yoga: más allá de lo visible

Actualizado: 21 feb 2022

La habitación olía bien. La atmósfera irradiaba paz. Todo era tan cómodo, tan silencioso, tan agradable. Era el verano de 2006, fui a una clase de yoga experimental con una amiga que era mi vecina. El maestro tenía una postura increíble y un tono de voz suave. Recuerdo que ese día aprendí a respirar, aunque pensé que ya lo sabía. Sin embargo, llegué a conocer la respiración de una manera más privada y supe que podía dominarla.


Esa fue mi primera impresión de una clase de Yoga. Desde entonces, nunca he perdido el contacto con este antiguo conocimiento.


El yoga, para mí, es escuchar música con una vibración relajante, estar en un ambiente con luz tenue y olores agradables, donde todo irradia paz. Al mismo tiempo, es mi momento de estirar mi cuerpo, sentir mi respiración, pensar menos y dormir en Savasana. Esta idea y este concepto me hicieron muy bien, y todavía me hacen. Pero muy pronto dejaba ese entorno y la realidad de mi mundo me devolvia en un abrazo.


El yoga es la unión de cuerpo, mente y espíritu. Significa que a través de la conciencia de la respiración llegamos a este camino de unión. Significa integrar tus sentidos para que puedas abstraerlos y conectarte con tu propia esencia de paz y amor.


El yoga no siempre ha significado esto para mí. En la práctica, significó competencia, quienquiera que pueda llegar más lejos en el estiramiento. Yo, con tan solo 16 años, y con hiperlaxitud en varias articulaciones, salí fácil en la mayoría de las posturas y estaba orgullosa de ello. Fue un lugar donde sentí paz y me lucí.


Solo cuando llegó el momento consciente de buscar un equilibrio saludable mientras vivía con agorafobia, fue posible comprender y sentir lo que era el Yoga.


El autoconocimiento aporta una nueva mirada a esta realidad individual que cada uno vive. El yoga proporciona esto para que aquellos que tienen el corazón abierto se conozcan a sí mismos.


Cuando en filosofía dicen que el Yoga es unión, quieren decir que vivimos desconectados de nosotros mismos. Que nuestro cuerpo se mueve de una manera, tratando de expresar lo que siente la mente, pero perdemos el vínculo con el cuerpo, cuando la mente nos atrapa en una obsesión por el pasado, en la angustia del futuro, en las ganas de vivir, lo irreal y la desconcentración total de las actividades, incluso las rutinarias. Esto significa que somos y estamos insatisfechos, que tenemos miedo de vivir y sentir el momento, porque eso llevaría a la interiorización y aceptación del momento presente.


El yoga no es competencia, no es un lugar de exhibición, no es exaltación del ego, no es alcanzar el pie con las manos, no se lo hace lucir hermoso, no se cuenta su respiración, no es serio y repetir 108 saludos al Sol. Yoga es contemplación, es conciencia, es satisfacción, es autoconocimiento, es despertar a los sentidos, es abstraer de los sentidos, es un camino que la gratitud es el motor de esta máquina, llamada cuerpo humano.


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